Cuando te sientas cansado aprende a descansar, no a rendirte

Todos en algún momento de nuestras vidas nos enfrentamos a situaciones difíciles que nos cansan tanto mental como espiritualmente. Y cuando esto pasa sientes que todo te pesa y te tira para atrás. Un nudo en el pecho y un suspiro que apenas sale. Estás cansado y ya no tienes ganas de nada.

Tal vez estés exhausto de tu trabajo, tu escuela o cualquier otra cosa que te preocupe. Quizá este agotamiento tenga más que ver con la idea de que todavía queda mucho camino por recorrer para que puedas alcanzar tus sueños, lo que automáticamente significa que tendrás que trabajar duro.

Es posible que hayas llegado a tus límites porque estás luchando solo y esto te hace sentir débil en un mundo muy exigente.

Es completamente natural que en algún momento de tu vida te canses y abandonar la batalla. Pero esta no es la solución y desde luego tampoco es la opción que más te conviene.

Esa decisión no es lo que mereces, y no te honra

Has trabajado duro y sacrificado tiempo, esfuerzo mental, tal vez incluso tu relación con algunas personas para llegar a donde estás ahora. Es realmente una lástima e injusto (especialmente hacia ti mismo) rendirte y hacerte hacia atrás, porque te encontraste en un callejón sin salida o en un momento de debilidad.

Cuando estás cansado, lo cual es perfectamente normal, necesitas aprender a descansar y no darte por vencido. Estar cansado significa que ya no estás en el punto de partida, has dado pasos, has llegado a algún lado.

Aunque el camino a la conquista de tus sueños y anhelos continúa, si te rindes devalúas los kilómetros y el esfuerzo que has hecho hasta ahora. Cuando has llegado un paso más cerca de la fuente que te ofrecerá lo que anhelas, es una pena volver atrás, sediento y derrotado.

Al volver a tu punto de partida no solo no habrás ganado nada, sino que habrás perdido al menos algo de tiempo. Mientras que si continúas, seguramente solo te puede esperar algo mejor.

Tómate un momento para darte el descanso adecuado

Cuando sientas que has cargado mucho peso sobre tus hombros, que te has presionado y estás a punto de agotarte, es mejor que te des un respiro, un tiempo muerto, pero no que sea el final de la carrera. Siéntate un rato para calmarte, relájate y respira, haz algo por ti mismo que te renueve, y luego, si es necesario, haz un nuevo plan y cuando te sientas listo levántate una vez más.

Solo con una mente clara podemos ver la realidad y darnos cuenta de lo que realmente está frente a nosotros, para descubrir cuál es la mejor manera de enfrentarlo. Necesitamos un poco de distancia del tema para acercarnos a su esencia. Pero si te rindes, incluso si te sientes aliviado al principio, solo obtendrás desilusión y amargura.

Hazte las siguientes preguntas y piensa: “¿Merezco hacerme esto, después de todo este esfuerzo y sacrificio? ¿Cuánto lo quiero? ¿Es realmente algo que no puedo superar? ¿Necesito ayuda de un amigo o especialista?

¿Cuánto quieres realmente lograr tus objetivos? Porque si realmente lo quieres, entonces no vale la pena rendirte por ningún motivo. Si, por el contrario, has recapacitado o te has dado cuenta de que te habías fijado metas utópicas que solo podían ofrecer agotamiento, entonces tu “hasta aquí” puede ser el más maduro que te hayas dado.

Sin embargo, si tu objetivo es realista y sientes que lograrlo te traerá felicidad, entonces se terco y haz todo lo posible para superar cualquier dificultad. ¡Baja las persianas (solo por un rato), hable con amigos, familiares o un especialista, sal, ve al cine o al teatro, tal vez haz un viaje corto y luego regresa y haz tus sueños realidad!

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