Desde el momento en que escribes una meta, se está preparando una variación de la misma en algún lugar en un futuro lejano.
Quizás al final el sentido de la vida sea darle sentido a cada momento y no buscar constantemente un sentido complejo. Cuando disfrutas de la vida, hasta que encuentras tu propósito, en realidad aumentas las posibilidades de descubrirlo. El propósito de la vida es cumplirlo cada día. Las metas juegan exactamente este papel.
Es nuestra oportunidad de cumplir muchas veces el propósito de nuestra vida realizando las acciones que nos acercarán un poco más a nuestro destino final. Si no tienes una meta, es como subirte al auto sin saber tu destino. Las metas son importantes para fijar nuestros siguientes pasos.
Los objetivos nos ayudan a avanzar en una dirección
Supón que tienes un hacha con la que golpeas con todas tus fuerzas el tronco de un árbol. Cada vez que golpeas otra parte del tronco, solo lograrás lastimar el árbol, porque simplemente nunca tuviste la intención de cortarlo. La única forma de seguir golpeando el árbol para lograr tu objetivo, incluso si estás cansado o si encuentras algún obstáculo, es tener la motivación adecuada. Ten un «por qué» que te motive.
Los objetivos deben ser específicos, cuantificables y con fecha de cumplimiento
Si te subes a un taxi y el conductor te pregunta «¿a dónde vas?», definitivamente no responderás el nombre de un país, por ejemplo: «voy a Argentina» (objetivo no específico). Si tu objetivo es el «dinero», entonces con diez euros o con diez millones de euros, deberías estar feliz, ya que con diez euros lograste el objetivo del «dinero» (objetivo no específico y no cuantificable). Cuanto más específico sea el objetivo, más rápido se implementará.
Además, tu objetivo debe ser cuantificable para saber qué estás buscando, pero también para poder controlar su implementación. Al medir el grado de su implementación, te das cuenta de dónde estás, qué necesitas mantener, qué corregir, qué mejorar en tu plan de acción.
La fecha de cumplimiento te ayuda a especificar el objetivo. Si dices «quiero obtener mi título» y lo obtienes después de treinta años, has logrado tu objetivo. Si dices «Quiero obtener mi título en un año a partir de hoy», la meta se vuelve medible. El deseo sin fecha de cumplimiento es una utopía.