Humor: Bill Gates llega al cielo… y otros chistes.

Bill Gatges llega al cielo

Cuando Bill Gates murió, llegó a las puertas del cielo, se encontró con San Pedro quien le dijo: tus contribuciones tecnológicas fueron de gran importancia en el mundo, así que te daré la oportunidad de elegir entre el cielo y el infierno.

Lo acompañó hasta su sofisticado y moderno equipo de cómputo. En una pantalla se podía ver el infierno, lo que parecía ser un lugar muy divertido, con playas, mujeres, música y mucho más. En otra se veía el cielo, lleno de ángeles tocando el arpa y donde se disfrutaba de una gran calma.

Se ve más divertido el infierno, así que elijo el infierno, dijo Gates.

San Pedro lo mandó inmediatamente allí. Dos semanas después lo visitó para ver cómo marchaban las cosas. Al llegar lo encontró encadenado, con grilletes, en una cueva oscura y custodiado por unos demonios.

Entonces Gates le reclamó de inmediato a San Pedro: ¿qué pasó con las playas, las mujeres y todo lo demás que me enseñaste en tu computadora?

¡Ah, eso era solo mi protector de pantalla!


El Diagnóstico De La Anciana

Llega una anciana a la clínica a su cita médica:

“Doctora, buenos días quiero hacerle una consulta”

“Sí, dígame señora”

“Fíjese que tengo muchos gases intestinales, pero sabe lo bueno es que no huelen, ni se escuchan, por ejemplo, mire usted, me acabo de tirar como veinte y usted ni cuenta se ha dado”.

La doctora se queda en silencio y le receta un medicamento y le dice que en una semana regrese.

A la semana siguiente, regresa la anciana a la consulta y le dice a la doctora:

“Oiga doctora pues ¿qué fue lo que me dio porque ahora los gases huelen muy feo?”

A lo que ella le responde:

“Veo que el problema sinusitis ha quedado resuelto, ahora atenderemos el problema de la sordera”.


Un Hombre Herido Va Al Médico

Un hombre va al médico y llega con innumerables golpes en todo el cuerpo, el médico le pregunta la causa.

 “Mire doctor, estaba yo tranquilamente parado, cuando de pronto vino una bicicleta y me golpeó terriblemente la espalda”.

“Entiendo de ahí las heridas”, le dice el médico.

“Espere, ahí no termina todo ahí, me estaba levantando, y de pronto viene un camión y me golpea en una de las piernas y me caigo nuevamente.

Pero no termina todo, me levanto y el avión en vuelo rasante me da con toda el ala justamente en el cuello, y cuando estaba por fin recuperándome del golpe pues que  pasa el trasatlántico y me golpea de lleno con en el abdomen”

“Perdona mi incredulidad, pero lo de la bicicleta te lo creo, lo del camión también, pero ya lo del avión y el trasatlántico, me parece un poco exagerado, ¿no lo crees? «, lo cuestiona el médico.

«¿Exagerado? ¡Mire doctor, es que si no paraban el carrusel a tiempo muero aplastado por la vaca, el caballo y la nave espacial!»


El Trabajo De Modelo

Se encuentran dos amigas por la calle y se ponen a charlar:

– “¿Qué tal Martha, ¿cómo has estado?, ¿cómo ha estado el trabajo?”

– “Bien, Ana, te cuento que conseguí un nuevo trabajo”

– “¡Felicidades! y ¿de qué estás trabajando?”

– “Pues soy modelo de gimnasio”

– “¿De verdad?, no es por ofenderte, pero ¿no crees que estás un poco pasada de peso para ser modelo de gimnasio?”

– “Es que yo soy la de la foto del ANTES”


La Mentira Más Grande

Tres hombres caminan en el desierto durante días, buscando una salida del cálido infierno. Había un estadounidense, un inglés y un brasileño.

Después de un largo rato se encuentran con un muro enorme. Intentan rodearlo, sobre él, pero el muro es demasiado alto y demasiado largo.

Comienzan a llorar, cuando el estadounidense ve una señal cerca del muro.

El letrero dice: «Todos deben decir una mentira para romper este muro. Cuanto mayor sea la mentira, mayor será el daño. Pero cuidado, cada uno de ustedes solo tiene una oportunidad».

Los hombres se quedan pensando lo que leyeron durante un tiempo.

Después de horas de pensar, el inglés comienza: «Nosotros, los caballeros ingleses, nunca bebemos té con leche».

El muro se quiebra.

El estadounidense agrega: «Nosotros, los caballeros estadounidenses, nunca fumamos cigarros después de un duro día de trabajo».

De nuevo, la pared se quiebra.

Ahora todo queda en manos del hombre brasileño, respira hondo y comienza: «Nosotros, los caballeros brasileños…»

Y el muro se hace añicos.

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