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«No mires arriba» ¿y si mañana se terminara el mundo?

El mensaje de su director es claro. Somos incapaces de lidiar con crisis globales y quizá la más grave esté por llegar (esperemos que no).

«No mires arriba» es una película que revela la incapacidad de la humanidad para enfrentar una amenaza global a modo de sátira. Es un modo de mirarnos en un espejo delirante con el que podemos hacer un ejercicio de autocrítica.

No mires arriba (Don’t Look Up) es para muchos una película irreverente, caótica y hasta tediosa. “Mejor mira a otro lado” señalaban los más críticos en redes sociales. Una producción capaz de reflejar a modo de sátira la realidad política, social, tecnológica y periodística de nuestra actualidad.

Esta producción de Netflix ha llegado además en un contexto idóneo. Su director, Adam McKay, tuvo la idea de crear esta película tras una conversación con el periodista David Sirota en el 2018.

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Acababa de publicarse el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en el que se especificaba la devastación que podría causar el aumento del calentamiento global que se esperaba para los próximos años. Director y periodista lamentaban la falta de cobertura de los medios sobre el que era (y es) uno de los mayores problemas de nuestro planeta: el cambio climático.

“Es como si un asteroide fuera a devastar el planeta y a nadie le importara”, sugirió Sirota. Al instante, Adam McKay tuvo una visión clara y definida sobre cómo sería su próxima película.

No mires arriba: ¿Cómo decirle al mundo que ha llegado su final?

No mires arriba cuenta con todo un elenco de estrellas; casi una constelación en la que destacan Jennifer Lawrence, Leonardo DiCaprio, Meryl Streep, Jonah Hill, Cate Blanchet y Timothée Chalamet. Ahora bien, esta no es una película de catástrofes al uso, en la que Estados Unidos y un héroe al más puro estilo Bruce Willis salvan el mundo.

Si hay algo que sabemos de la industria cinematográfica es que siempre le ha gustado amenazar a la Tierra. No deja de ser un modo de despertar el patriotismo y dejar un almibarado sentimiento de esperanza. No sucede lo mismo con esta producción de Adam McKay. Porque su objetivo no es otro que el de incomodar, enfadar y servir de reflejo de una realidad de la que todos formamos parte.

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El cometa, una metáfora del cambio climático

Cuando los científicos (Jennifer Lawrence y Leonardo DiCaprio) se apresuran a informar al gobierno de Estados Unidos se encuentran con una administración y una presidenta (Meryl Streep) que no dan ninguna importancia alguna al evento. Eligen mirar a otro lado.

En vista de dicha actitud por parte de la élite política, optan por acudir a los medios. La reacción es casi la misma. El mundo de la televisión y las redes sociales tampoco dan importancia al inminente fin del mundo; importan más los asuntos amorosos de los famosos.

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Don’t Look Up es una alegoría velada en la que el cometa simboliza la crisis climática de la que nadie habla ni quiere ver. La humanidad no está interesada en salvar la Tierra, tal y como ya descubrimos en la última cumbre climática de Glasgow. Somos esa sociedad que sencillamente ha elegido mirar a otro lado.

En No mires arriba vemos una heterogénea colección de periodistas, políticos, militares y millonarios de la tecnología que se dejan llevar por sus intereses personales antes de actuar en conjunto para enfrentar una amenaza global.

El mundo polarizado y la dificultad de emitir mensajes en la era de las fake news

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La película muestra de manera ácida el peso de las redes sociales y la desinformación periodística tan patente en nuestra sociedad. Las fake news, los memes, el poner en duda la voz de los científicos o la necesidad de tener muchos seguidores para ser alguien trazan una realidad conocida.

En este juego delirante de autoparodia y también de tragedia, somos testigos de más arquetipos familiares: presidentes y líderes frívolos, opiniones polarizadas, política de infoentretenimiento, movimientos de la teoría de la conspiración al más puro estilo QAnon y estrellas musicales movilizando a los jóvenes.

En esencia, estamos ante una producción que revela la esencia misma del narcisismo humano, de nuestra apatía e inacción. El mensaje de su director es claro. Somos incapaces de lidiar con crisis globales y quizá la más grave esté por llegar (esperemos que no).

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